sábado, 26 de julio de 2008

Esqueje

Hoy, cerré la puerta,
rodeé el tierno tallo
con mis manos,
y apreté firmemente.

Apreté tan fuerte
que salió
todo su jugo.

Ya entonces sólo quedó marchitarse.
En mis manos inútiles,
dedos y tendones
usados con avarícia.

Su olor era demasiado
sincero para
ser propiedad
de una sola persona.